María Yanes (*)
Cuando nos aproximamos al concepto de salud vigente establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), se hace oportuno reflexionar no solo respecto a su alcance desde el punto de vista individual o ciudadano en cualquier país o región, sino en el ámbito de la sociedad en su conjunto y los gobiernos de cualquier país del mundo. Dicho concepto refiere lo siguiente: “La salud es un estado completo de bienestar físico, social y mental y no solamente la ausencia de enfermedad”; se desprende de esta definición que el ser humano debe tener un adecuado equilibrio desde el punto de vista biológico, psicológico y social para considerarse una persona saludable. Es importante también resaltar que los estados o los gobiernos tienen la obligación de garantizar el derecho a la salud de todos los habitantes de un determinado país, y este derecho, así como el concepto de salud referido, implica muchos factores. Según la OMS el derecho a la salud abarca “Factores determinantes como: agua, saneamiento ambiental, alimentos, nutrición, vivienda, educación, información y por supuesto incluye la atención en salud que debe ser oportuna y además poseer 4 elementos fundamentales: disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad”. Pero la OMS también incluye “condiciones básicas que debe tener el derecho a la salud: Atención primaria en salud, saneamiento, agua potable, alimentación mínima que sea nutritiva y medicamentos esenciales”. Sumando a estos aspectos señalados, se encuentran las políticas y estrategias que deben adoptar los gobiernos para poder garantizar a los habitantes de sus respectivos países todo lo anteriormente suscrito.
Pero ¿qué podemos esperar o concluir cuando en un determinado país de cualquier parte del mundo encontramos la siguiente situación dramática y, por decir, no menos trágica, que resquebraja totalmente este equilibrio biológico, psicológico y social?: Ausencia total de un sistema de salud y políticas adecuadas que garantice a sus habitantes el anhelado derecho a la salud, y para colmo, sin una ley orgánica de salud que establezca las bases para la aplicación de dichas políticas. A la salud pública en deterioro progresivo caracterizado por el colapso de los centros públicos, la escasez o falla total de insumos y materiales médico-quirúrgicos, reactivos para exámenes de laboratorio o el desabastecimiento de medicamentos esenciales, anéxele además la crisis en los centros privados de salud donde le piden a los pacientes que importen los materiales requeridos para su tratamiento, además de la falta de control de enfermedades emergentes y reemergentes que condiciona una situación epidemiológica alarmante. Pero también sume el desabastecimiento de alimentos, de los productos básicos requeridos para tener las mínimas condiciones nutritivas, e inclusive, escasez de agua potable, o simple y llanamente, a usted se le hace cada día más difícil encontrar aunque sea una botellita de agua mineral. Un país que también adolezca de unas adecuadas condiciones de saneamiento ambiental, donde prevalece la basura porque no hay adecuada respuesta de los servicios encargados de su recolección. Resaltando las deplorables condiciones socio-económicas las cuales no permiten que una familia tenga el ingreso suficiente para cubrir sus necesidades básicas: educación, vivienda, vestido, alimentación y por supuesto salud. La incertidumbre económica, la falta de seguridad social, también la marcada reducción del tiempo de disfrute o esparcimiento del ciudadano común condicionada por factores determinantes como la violencia y la inseguridad que desborda la calle, que dentro de las emociones normales del ser humano las que prevalezcan sean la ira y el miedo, o la crisis de angustia, ansiedad o de pánico. Pudiéramos concluir lo siguiente: El núcleo de la sociedad es la familia, si la familia es saludable, tendremos una sociedad y un país con las mismas condiciones, pero si en una familia se rompe ese equilibrio físico, social o mental en cualquiera de sus componentes entonces tendremos una sociedad enferma, y por ende también, un país enfermo. Cualquier semejanza con la realidad que usted vive o conoce actualmente lo inducirá a que reflexione y saque sus propias conclusiones.
Publicado originalmente en la página web de El Nacional:
@mariayanesh
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