viernes, 6 de marzo de 2015

A NUEVE MESES DEL CHIKUNGUNYA: SUS SECUELAS

                                                       MARIA YANES (*)
El 30 de mayo de 2014 se presentó el primer caso importado de chikungunya (CHIK) en nuestro país. A partir de esa fecha y de manera acelerada, los casos autóctonos superaron los importados. En el boletín epidemiológico nacional número 24, correspondiente a la semana del 8 al 14 de junio de 2014, se publicó por primera vez sobre “la vigilancia, manejo de pacientes y medidas de prevención y control para la fiebre chikungunya”, pero en ningún momento se reportó el número de casos sospechosos y confirmados de manera oficial.
La información de la cual disponemos al cumplirse 9 meses de la penetración de este virus en nuestro país, es la cifra oficial que pudieran haber proporcionado las autoridades de salud de Venezuela a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) reflejada en la tabla que publica dicha organización sobre el número de casos reportados de chikungunya en países o territorios de las Américas.
Según esta fuente, en lo que va de año, en la semana epidemiológica número 8 y actualizada hasta el 27 de febrero de 2015, se reportan en Venezuela 34.642 casos sospechosos y 2.303 casos confirmados, cifras que nos sorprenden por ser la misma reportada al cierre de la última información de la OPS correspondiente al 29 de diciembre de 2014.

Este número de casos se contradice totalmente con las proyecciones extraoficiales que han realizado nuestros expertos epidemiólogos, los cuales han señalado que la fiebre chikungunya ha afectado en forma de brote epidémico a nuestra población y por supuesto el número de casos ha sido superior a lo que reporta la OPS. Nos preguntamos: ¿no ha habido más casos de CHIK desde que culminó el año 2014? Dato incongruente y nada creíble. ¿Cuál es el estatus actual de esta enfermedad en nuestro país? Ya se registra un número de casos muy bajo; sobre todo en los estados centrales, se mantendrá como una enfermedad endémica, esto quiere decir la presencia de casos habituales de esta enfermedad en una población concreta. Sin embargo, en los estados occidentales, como Táchira, Mérida, Trujillo, Barinas y Zulia, todavía hay un número importante de casos, de manera que hay mucho por hacer para la prevención y control del CHIK.


Pero es necesario destacar de este virus, que a pesar de su bajo índice de mortalidad –apenas 0,3 a 1 paciente por cada 1.000 casos–, puede dejar graves secuelas articulares en los pacientes a diferencia del dengue (recordemos que ambas enfermedades son transmitidas por el mismo mosquito). Actualmente son muchas las personas que incluso se han visto afectadas en el ámbito laboral por la repercusión en las articulaciones. Esta complicación pudiera durar desde meses hasta 2 años, e incluso llegar a la expresión clínica de artritis crónica. Se han descrito casos de pacientes que han tenido un importante alcance en las articulaciones de las manos con dificultad para la aprensión de algún objeto pudiendo ser incapacitados permanentes; según expertos, 20 % de las personas que la ha padecido pueden presentar este cuadro, que además requieren medicación indefinida, la que a su vez es difícil de conseguir actualmente en las red de farmacias.


Uno de los aspectos puntuales a considerar también son aquellos pacientes crónicos con enfermedades como diabetes, cardiopatías, insuficiencia renal, Parkinson, entre otras, que pueden complicarse con un cuadro grave de CHIK. Por ser una enfermedad emergente, es decir, de reciente aparición en Venezuela, somos una población muy susceptible desde el punto de vista inmunológico y hay más tendencia a que el brote epidémico sea de mayor connotación. Afortunadamente este virus deja inmunidad y tiende a no repetir, pero las interrogantes finales son: ¿las autoridades de salud han considerado estas últimas observaciones? ¿Se han realizado o previsto hacer de manera permanente campañas de educación masiva sobre las medidas de prevención a la población?
No basta con la fumigación y la abatización –eliminación de los criaderos del mosquito–, si se ha hecho de manera efectiva a cargo de la Dirección de Salud Ambiental del Ministerio de Salud. Se aproxima la temporada de lluvias, con lo cual aumenta la población del mosquito transmisor. Sumamos a esto el silencio oficial a través de la no emisión del boletín epidemiológico nacional desde hace 4 meses, herramienta fundamental para la vigilancia y control epidemiológico de enfermedades endémicas y epidémicas, destacando una vez más, como lo señalamos al principio, nunca se reportaron los casos de CHIK en dicho boletín a pesar de haber sido declarada enfermedad de notificación obligatoria en octubre del pasado año.



(*) Presidenta de la Red de Sociedades Científicas y Médicas de Venezuela