Los contemplativos viven entre nosotros. Por su estilo de vida los vemos muy poco. Han hecho una opción por el silencio y la oración en su entrega a Dios. La vida de los contemplativos y las contemplativas, es decir, la de los monjes y las monjas de clausura, suscita sorpresa y curiosidad en nuestro ambiente social, tan fuertemente marcado por la secularización. ¿Qué sentido tiene esta vida? Cuando estamos celebrando el quinto centenario del nacimiento de santa Teresa de Jesús, podemos afirmar que la vida de estas personas nos recuerda la primacía que debería tener Dios en la vida de cada uno de nosotros.
Julien Green, un
novelista cristiano, hace años se preguntaba: "¿Cuántas personas hay entre
nosotros que hayan experimentado el sentimiento de la presencia de Dios?"
Al hombre de hoy, inmerso en la desazón y el ruido, apenas le queda tiempo para
probar el gusto sabrosísimo de la oración y de la presencia de Dios en su vida.
Sin embargo, hay hombres y mujeres que se sienten llamados a dedicar toda su
vida a la oración, al trabajo y a la vida de comunidad en el seno de un
monasterio contemplativo. Son personas que han tomado esta decisión para toda
la vida y son muy felices.
En este tiempo
nuestro de escasez de vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa activa o
apostólica, es muy significativo que no faltan las peticiones de ingreso en la
vida de los monasterios. Son jóvenes que aman la vida, son solidarios con los
hermanos y están comprometidos en la transformación del mundo. Su vida
contemplativa en un monasterio no es de ninguna manera una evasión del mundo,
un desentenderse de la sociedad. La vida contemplativa es expresión del amor a
Dios y no se puede amar auténticamente a Dios sin amar a la humanidad.
La vida contemplativa
realiza plenamente a las personas que han recibido esta vocación, porque Dios
llena maravillosamente todos nuestros anhelos. ¿Has visitado alguna vez una
comunidad contemplativa? Es una buena experiencia, que interpela y suscita
muchas preguntas como éstas: ¿Qué valor damos a Dios en nuestra vida? ¿Qué
relación creemos que existe entre Dios y la creación, entre Dios y la vida? ¿Qué
valor damos a la oración y al silencio en nuestra vida personal y familiar?
Los contemplativos y
las contemplativas son muy necesarios para la Iglesia y para la sociedad.
Aunque parece una paradoja, estas personas que han dejado el mundo son muy
solidarias y están muy cerca de las necesidades eclesiales y de las
inquietudes, las tristezas y los sufrimientos de los hombres y las mujeres, sus
hermanos. Son personas que viven con los ojos puestos en Jesucristo y con el
corazón abierto a las necesidades de los hermanos. Nos llevan a todos en su
oración y en su impetración ante Dios. Este domingo dedicado a la Santísima
Trinidad, la Iglesia nos propone recordar a estas personas que rezan y nos
muestran la primacía que Dios debe tener en la vida de todos los cristianos.
+ Lluís Martínez Sistach
Cardenal arzobispo de Barcelona
Cardenal arzobispo de Barcelona
Gracias por tan refrescante y lindo artículo Franklin. Es bueno recordar a esas personas que tan desinteresadamente oran por nosotros. Un abrazo.
ResponderBorrarJulieta