sábado, 30 de noviembre de 2019

EL PAPEL DEL MORBO EN NUESTROS DÍAS









La Caperucita Roja sale de la casa con su cesta de frutas para la abuelita, llega a su destino, y la abuelita complacida, disfruta del regalo de su linda nieta, quien regresa a su casa sin ningún contratiempo. Solo con eso, no hay relato. Se necesita el lobo feroz que la siga por el bosque, se coma entera a la abuelita, y de un cazador heroico y valiente que mate al lobo y extraiga de sus entrañas a la tierna abuelita. Sin morbo no hay cuento, ni mucho menos interés en el relato.


¿Cuántas veces preferimos la versión morbosa de una vida o un acontecimiento cualquiera, que la insípida versión real?
Trump habló de un supuesto "hecho de corrupción" de Hillary Clinton y lo vieron 53 millones de televidentes. Hillary Clinton hizo su aclaración y solamente tuvo una audiencia de 4 millones de gente ¿Con cuál versión se quedó la población?


El gobierno venezolano conoce muy bien ese mecanismo perverso, y lo usa cada vez que le conviene hacerlo.
Maduro dijo que se ha reunido cantidad de veces con la oposición, incluso con Leopoldo López, lo oyeron millones de opositores que lo dieron por cierto. Ya Maduro hizo de Leopoldo López un traidor. Leopoldo López aclara, pero poca gente lo escucha, y de los que escuchan, pocos le creen. Es más creíble y sabroso el morbo que la verdad. El morbo de nuevo saca su ventaja.


Maduro dijo que la MUD iba a reconocer la Asamblea Nacional Constituyente en la República Dominicana. La MUD aclara que no es cierto, incluso muestra que en la agenda está la eliminación de la ANC, pero ya la gente se hizo su opinión de que la MUD tiene un pacto secreto y prepara una traición. Se queda en su charco.
De ninguna manera se queda allí la cosa. Aparece un montaje de Aristóbulo en un yate. 
Media oposición ya repite que Aristóbulo, como Onassis, tiene un enorme yate en el que pasea por el Mar Caribe. Igualmente, aparece en las redes un supuesto depósito de centenares de millones en un banco suizo por Diosdado, y la gente lo cree y divulga como un hecho cierto, así como un ticket del metro de New York pagado por la hija de Chávez donde muestra un saldo de una cuenta de millones de dólares.
No somos "buenos", ni tampoco, por fortuna, "malos". Pero tenemos charcos en el espíritu que nos gusta visitar sin reparar mucho en que al asumir el morbo como verdad, estamos en presencia de nuestros propios pantanos interiores. Claro que es mucho más fácil atribuir al "otro" todo nuestro morbo. Muy pocas veces prestamos atención a la sombra de nuestro propio cuerpo.



Está bastante comprobado que un rumor perverso circula con más facilidad que un análisis crítico. Los rumores crecen y se multiplican como "memes" en las gavetas más repugnantes del espíritu (de los demás, dirán algunos).
Tengo muy claro que es imposible derrotar el rumor. Es más "sabroso" contar un chisme, una calumnia, que desmontarlo. Hay quienes se mudan de un charco a otro ¿Cuántos no disfrutan diciendo que determinado líder es homosexual o que la otra es prostituta? ¡Hasta dan detalles! No es posible eliminar todos nuestros charcos inconscientes. Piensa mal y acertarás, dice el dicho; acertadamente, podría añadir cualquiera, y yo también.
¿Se podrá leer lo que ha ocurrido entre Guaidó y Calderón Berti suprimiendo el morbo? De momento, creo que NO. Sería como quitarle lo sabroso al cuento. Eliminar el goce. Hasta habrían reclamos ¿Acaso se le puede quitar la chupeta a un niño?


Sin embargo, sin renunciar a nuestra sombra, debemos hacer un gran esfuerzo por destrabar la inteligencia y el juicio crítico, que también existen y reclaman su espacio. Especialmente en los sectores de la oposición donde se genera opinión y pensamiento crítico. Defender apasionadamente la verdad, o lo poco que podamos aprehender de ella, puede ser muy importante para sanear el debate y promover sobre bases un poco más verosímiles la esperanza, que tanta falta nos hace a todos...



                                             Carlos Rojas Malpica
Psiquiatra. Profesor Universitario Jubilado.







jueves, 21 de febrero de 2019

IRRITANTE CONFUSIÓN


Luis Ugalde


Vivimos Tiempos de mucha tensión, confusión y deseos de que alguien desde fuera nos resuelva esta tragedia nacional.  Algunos quisieran que el Papa nos liberara del usurpador. Para que esta ilusa esperanza no traiga más  frustración, la Iglesia católica debe ser más clara y evitar confusiones y silencios que aumentan la irritación contra el Vaticano.
Para muchos es difícil entender que el Papa sea cabeza y servidor de la Iglesia católica y al mismo tiempo Jefe de Estado en un mínimo territorio pero con relaciones diplomáticas con casi todos los estados del mundo. El problema es que actuaciones razonables para el Estado Vaticano pueden resultar chocantes y escandalosas para la Iglesia Pueblo de Dios. En esa confusión estamos.
Neutralidad positiva Hace unos años Argentina y Chile llegaron a las puertas de la guerra por cuestiones fronterizas. El papel activo del Vaticano fue decisivo para frenar el conflicto y ahorrar muertos y odios. La mediación vaticana fue posible porque ambas naciones son de gran mayoría católica y sus  gobiernos aceptaron la intervención como muy positiva por la creíble imparcialidad de un Estado sin tanques, con mucho reconocimiento moral e interesado en ayudar a ambas partes. Se le reconocía al Vaticano imparcialidad positiva (lo que recientemente el Secretario de Estado cardenal Parolín llamó “neutralidad positiva”) necesaria para ser árbitro o mediador.
Neutralidad inaceptable. No es esa la situación de Venezuela  en la que  los cristianos  no podemos ser neutrales, sin traicionar a Cristo. Cuando un usurpador a mano armada secuestra la Constitución, arrebata las libertades, apresa, tortura y despoja de su patria y bienestar a millones… nadie en conciencia puede ser neutral entre el victimario y las víctimas. Jesús traza una radical diferencia  y llama “benditos de mi Padre” a quienes atienden al hambriento, al exiliado, al preso y al enfermo, y “malditos de mi Padre”  a los que niegan al prójimo la comida, la medicina, la patria y la libertad. Venezuela sufre un asalto a mano armada por bandidos que la dejan medio muerta, como en la parábola del Buen Samaritano (Lucas 10,25-). La Iglesia en Venezuela, a costa de su tranquilidad y aun  de su libertad, tiene que abrazar y curar al hermano herido, como lo hizo en El Salvador de manera ejemplar Monseñor Romero (con mucha incomprensión y disgusto del Vaticano en ese tiempo) hasta ser asesinado por el poder dominante. Recientemente por esa virtud heroica el Papa Francisco ha canonizado con toda celeridad a San Romero de América y lo ha puesto  como ejemplo de obispo y cristiano defensor de los perseguidos. En muchas otras ocasiones (por ejemplo en la etapa final de Pinochet) se produce el conflicto entre la Iglesia-Estado en buena relación con el Gobierno y la Iglesia-Pueblo de Dios, de ciudadanos que sufren y luchan por la dignidad humana y los derechos negados por ese Gobierno.
Nos sentimos orgullosos de nuestra Iglesia en Venezuela, y considero que nuestra Conferencia Episcopal (CEV) lleva tres lustros como la institución más lúcida y valiente frente a un régimen que hace mucho tiempo perdió la legitimidad, y con ello nos pone en el deber de cumplir con los artículos constitucionales 333 y 350 basados en la tradicional doctrina católica sobre la legítima rebelión contra el tirano.  Tenemos pruebas de que esta actuación de la CEV cuenta con la comprensión y apoyo del Papa y de su Secretario de Estado y contamos con las oraciones y la solidaridad de diversos episcopados e iglesias del mundo. El Régimen trata de manipular esa realidad presentando al Papa como amigo empeñado en salvar su “socialismo del Siglo XXI” y enfrentado a la CEV degenerada en partido político contra este buen gobierno. Lamentablemente no faltan opositores que, malévola o ingenuamente, favorecen al gobierno que odian, atacando al Papa. El régimen ha abusado tanto con la manipulación del “diálogo” y la mediación del Vaticano, que el Papa ha enviado una carta al Sr. Maduro diciéndole que el Régimen, para perpetuar su poder y el desastre nacional, viola e incumple las buenas palabras de diálogos anteriores.
Baño de muerte y gobierno de transición. No es cierto que lo mejor sea someterse dócilmente a la dictadura para así evitar el baño de sangre, pues el baño de muerte ya es una terrible realidad que sufren millones, no es solo un peligro. Por eso Venezuela necesita salir cuanto antes del usurpador y formar un  gobierno amplio de transición decidido a convocar elecciones presidenciales libres y democráticas (impedidas el año 2018) y restablecer la Constitución y los derechos humanos violados. Gobierno de Transición a la mayor brevedad 1) para establecer las condiciones para una elección justa y limpia (nuevo CNE y TSJ, eliminación de la ANC, habilitación de candidatos y partidos, actualización del REP, votación en el exterior, auditorías, empresa de soporte, máquinas electorales etc.). Según los entendidos todo esto tomará unos 9 meses y por eso conviene empezar ya. 2) De máxima urgencia en el tiempo es también el cambio de la disparatada política económica y el freno de la hiperinflación (va mucho más allá de la ayuda humanitaria), que no pueden lograrse sin mucha iniciativa privada e inversión y sin un apoyo internacional grande y sostenido de los gobiernos democráticos y de los organismos multilaterales. Nadie en sus cabales piensa que la prolongación del régimen actual puede traer bienestar a Venezuela. El usurpador Maduro no puede, ni quiere, convocar a elecciones presidenciales limpias, ni cambiar del modelo “socialista”;  tampoco tiene credibilidad ni apoyo internacional y nacional, ni tendrá la de la Fuerza Armada.
La Iglesia de Cristo sin confusiones debe movilizarse más, nacional e internacionalmente, para liberar a Venezuela de la actual tragedia humana, evitando manipulaciones del Régimen. El Vaticano –si se presenta la oportunidad- estará dispuesto a contribuir a la salida no sangrienta del usurpador.
Caracas, 19 de febrero de 2019.