viernes, 26 de junio de 2015

LA TUBERCULOSIS: DE LA MANO CON LA POBREZA Y DESNUTRICIÓN


                                                                        MARÍA YANES




Si hay una enfermedad que ha hecho historia no solo en Venezuela sino a nivel mundial,  ha sido la Tuberculosis, una de las  infecciones  más antiguas y conocidas  que se presenta en el ser humano y sobre todo porque está muy ligada a dos condiciones socioeconómicas, muy  importantes que han  existido y  prevalecido en la historia de la humanidad como son la pobreza y la desnutrición. 

Recordemos que la Tuberculosis es una enfermedad infecto-contagiosa, pero curable y sobretodo prevenible, la ocasiona el bacilo Mycobacterium Tuberculosis, descubierto por Robert Koch en 1882. La manera como se trasmite de persona a persona es a través de la tos o estornudo de un individuo infectado, por lo cual expulsa los bacilos al aire y una  persona sana los inhala y queda infectada, el principal órgano afectado son los pulmones, aunque puede diseminarse y afectar otros órganos lo que se conoce como tuberculosis extra pulmonar. Esta enfermedad tiene unos grandes antecedentes no solo en el mundo sino  en Venezuela, la lucha contra la tuberculosis en nuestro país data desde el año 1926, cuando el ilustre medico Dr. José Ignacio Baldó, regresa de Europa en donde profundiza sus conocimientos en tisiología y lucha antituberculosa, y organiza en nuestro país la estructura sanitaria que lo identificara hasta el resto de sus días como el pionero de la lucha antituberculosa en Venezuela. Cuando en la década de los años 40, casi a mitad del siglo XX  se materializó el descubrimiento de las drogas o medicamentos  antituberculosos, se consolida la lucha contra esta enfermedad en una Venezuela en la que en las tres primeras décadas de dicho siglo, la tuberculosis representaba prácticamente la segunda causa de muerte, este descubrimiento se suma a la campaña sanitaria que realizo el Dr. José Ignacio Baldó en su lucha incansable contra este flagelo. 


Hoy día en la Venezuela del siglo XXI, si bien  pudiéramos afirmar que el programa de tuberculosis dependiente del Ministerio de Salud funciona relativamente, todavía falta para lograr la meta de reducir de manera importante los casos y esto inclusive  lo contemplan los objetivos de desarrollo del milenio 2015. Revisando las cifras   oficiales del programa nacional de tuberculosis se observa un estancamiento desde el año 1990 hasta el 2014. En el año 90, por ej. la incidencia fue de 5.547 casos nuevos por año, con una tasa por 100.000 habitantes de 28,35  y para el año 2014 los casos nuevos por año fueron un total de 6.063 ¿Pero se podrán reducir estas cifras y lograr los objetivos planteados? Ahora bien, la tuberculosis es considerada  una enfermedad social, porque está íntimamente ligada a la pobreza, desnutrición, hambre, hacinamiento es decir a las mínimas condiciones de calidad de vida, ya que estos factores condicionan una alteración  del sistema inmunológico de la persona y lo hace más susceptible de contraer la enfermedad. En  la actualidad los niveles de pobreza  han aumentado en los últimos dos años, se desconocen las cifras oficiales del año 2014, para el año 2013 se reportan un aproximado de 9 millones de personas que viven en situación de pobreza de las cuales un poco más de dos millones están en condición  de pobreza extrema, según el informe de provea presentado recientemente la lucha contra la pobreza ha disminuido notablemente en los últimos dos años y en relación a las bajas condiciones de calidad de vida y hacinamiento estas se ese reflejan en la gran cantidad de venezolanos que son ubicados en albergues o refugios sin las condiciones mínimas de servicios básicos a esto se agrega el desabastecimiento de los alimentos de la cesta básica, que seguro condicionan un estado de desnutrición sobre todo en la población más desposeída  por no poder tener la facilidad de acceder a una dieta balanceada sobre todo en nuestros niños y ancianos, de paso no se conoce la cifra oficial de desnutrición en el país. Para concluir, hay una gran debilidad en el área de laboratorio de bacteriología de la tuberculosis y escasez de insumos. Si no se busca de manera activa y efectiva la fuente de infección en las comunidades, es decir la captación precoz de las personas que trasmiten la enfermedad por personal capacitado, de paso también hay falla del recurso humano, el Ministerio de salud  no está realizando una lucha efectiva contra esta enfermedad y mucho menos si el país sigue sumido en esta crisis socioeconómica. 
¡Esta es la Venezuela del siglo XXI ¡


¿Logrará el objetivo del milenio 2015 en relación a la lucha contra la tuberculosis ? 
Saque usted sus propias conclusiones.






@mariayanesh
Publicado en El Nacional el 23/06/2015

sábado, 13 de junio de 2015

REFLEXIONES ACERCA DE UN PAÍS “ENFERMO”


                                                             María Yanes (*)

Cuando nos aproximamos al concepto de salud vigente establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), se hace oportuno reflexionar no solo respecto a su alcance desde el punto de vista individual o ciudadano en cualquier país o región, sino en el ámbito de la sociedad en su conjunto y los gobiernos de cualquier país del mundo. Dicho concepto refiere lo siguiente: “La salud es un estado completo de bienestar físico, social y mental y no solamente la ausencia de enfermedad”; se desprende de esta definición que el ser humano debe tener un adecuado equilibrio desde el punto de vista biológico, psicológico y social para considerarse una persona saludable. Es importante también resaltar que los estados o los gobiernos tienen la obligación de garantizar el derecho a la salud de todos los habitantes de un determinado país, y este derecho, así como el concepto de salud referido, implica muchos factores. Según la OMS el derecho a la salud abarca “Factores determinantes como: agua, saneamiento ambiental, alimentos, nutrición, vivienda, educación, información y por supuesto incluye la atención en salud que debe ser oportuna y además poseer 4 elementos fundamentales: disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad”. Pero la OMS también incluye “condiciones básicas que debe tener el derecho a la salud: Atención primaria en salud, saneamiento, agua potable, alimentación mínima que sea nutritiva y medicamentos esenciales”. Sumando a estos aspectos señalados, se encuentran las políticas y estrategias que deben adoptar los gobiernos para poder garantizar a los habitantes de sus respectivos países todo lo anteriormente suscrito.
Pero ¿qué podemos esperar o concluir cuando en un determinado país de cualquier parte del mundo encontramos la siguiente situación dramática y, por decir, no menos trágica, que resquebraja totalmente este equilibrio biológico, psicológico y social?: Ausencia total de un sistema de salud y políticas adecuadas que garantice a sus habitantes el anhelado derecho a la salud, y para colmo, sin una ley orgánica de salud que establezca las bases para la aplicación de dichas políticas. A la salud pública en deterioro progresivo caracterizado por el colapso de los centros públicos, la escasez o falla total de insumos y materiales médico-quirúrgicos, reactivos para exámenes de laboratorio o el desabastecimiento de medicamentos esenciales, anéxele además la crisis en los centros privados de salud donde le piden a los pacientes que importen los materiales requeridos para su tratamiento, además de la falta de control de enfermedades emergentes y reemergentes que condiciona una situación epidemiológica alarmante. Pero también sume el desabastecimiento de alimentos, de los productos básicos requeridos para tener las mínimas condiciones nutritivas, e inclusive, escasez de agua potable, o simple y llanamente, a usted se le hace cada día más difícil encontrar aunque sea una botellita de agua mineral. Un país que también adolezca de unas adecuadas condiciones de saneamiento ambiental, donde prevalece la basura porque no hay adecuada respuesta de los servicios encargados de su recolección. Resaltando las deplorables condiciones socio-económicas las cuales no permiten que una familia tenga el ingreso suficiente para cubrir sus necesidades básicas: educación, vivienda, vestido, alimentación y por supuesto salud. La incertidumbre económica, la falta de seguridad social, también la marcada reducción del tiempo de disfrute o esparcimiento del ciudadano común condicionada por factores determinantes como la violencia y la inseguridad que desborda la calle, que dentro de las emociones normales del ser humano las que prevalezcan sean la ira y el miedo, o la crisis de angustia, ansiedad o de pánico. Pudiéramos concluir lo siguiente: El núcleo de la sociedad es la familia, si la familia es saludable, tendremos una sociedad y un país con las mismas condiciones, pero si en una familia se rompe ese equilibrio físico, social o mental en cualquiera de sus componentes entonces tendremos una sociedad enferma, y por ende también, un país enfermo. Cualquier semejanza con la realidad que usted vive o conoce actualmente lo inducirá a que reflexione y saque sus propias conclusiones.







Publicado originalmente en la página web de El Nacional:

@mariayanesh

sábado, 6 de junio de 2015

UN TEXTO EUCARÍSTICO DE TOMÁS DE AQUINO

Generalmente pensamos, al oír el nombre de Santo Tomás de Aquino, en el teólogo eminente y erudito, en el filósofo de las dos Sumas, en fin, en el intelectual. Pero algunos ignoran que el Doctor Angélico escribió un breve texto para la celebración del Corpus Christi, de talante absolutamente espiritual y de encendida devoción que se lee en el Oficio litúrgico de esta solemnidad. He aquí el "Opúsculo 57, en la Fiesta del Cuerpo de Cristo, lect. 1-4".


El Hijo único de Dios, queriendo hacernos partícipes de su divinidad, tomó nuestra naturaleza, a fin de que, hecho hombre, divinizase a los hombres.

Además, entregó por nuestra salvación todo cuanto tomó de nosotros. Porque, por nuestra reconciliación, ofreció, sobre el altar de la cruz, su cuerpo como víctima a Dios, su Padre, y derramó su sangre como precio de nuestra libertad y como baño sagrado que nos lava, para que fuésemos liberados de una miserable esclavitud y purificados de todos nuestros pecados.

Pero, a fin de que guardásemos por siempre jamás en nosotros la memoria de tan gran beneficio, dejó a los fieles, bajo la apariencia de pan y de vino, su cuerpo, para que fuese nuestro alimento, y su sangre, para que fuese nuestra bebida.

¡Oh banquete precioso y admirable, banquete saludable y lleno de toda suavidad! ¿Qué puede haber, en efecto, de más precioso que este banquete en el cual no se nos ofrece, para comer, la carne de becerros o de machos cabríos, como se hacía antiguamente, bajo la ley, sino al mismo Cristo, verdadero Dios?







No hay ningún sacramento más saludable que éste, pues por él se borran los pecados, se aumentan las virtudes y se nutre el alma con la abundancia de todos los dones espirituales.

Se ofrece, en la Iglesia, por los vivos y por los difuntos, para que a todos aproveche, ya que ha sido establecido para la salvación de todos.

Finalmente, nadie es capaz de expresar la suavidad de este sacramento, en el cual gustamos la suavidad espiritual en su misma fuente y celebramos la memoria del inmenso y sublime amor que Cristo mostró en su pasión.

Por eso, para que la inmensidad de este amor se imprimiese más profundamente en el corazón de los fieles, en la última cena, cuando después de celebrar la Pascua con sus discípulos iba a pasar de este mundo al Padre, Cristo instituyó este sacramento como el memorial perenne de su pasión, como el cumplimiento de las antiguas figuras y la más maravillosa de sus obras; y lo dejó a los suyos como singular consuelo en las tristezas de su ausencia.





martes, 2 de junio de 2015

CONTEMPLATIVOS EN MEDIO DE NOSOTROS

                               


Los contemplativos viven entre nosotros. Por su estilo de vida los vemos muy poco. Han hecho una opción por el silencio y la oración en su entrega a Dios. La vida de los contemplativos y las contemplativas, es decir, la de los monjes y las monjas de clausura, suscita sorpresa y curiosidad en nuestro ambiente social, tan fuertemente marcado por la secularización. ¿Qué sentido tiene esta vida? Cuando estamos celebrando el quinto centenario del nacimiento de santa Teresa de Jesús, podemos afirmar que la vida de estas personas nos recuerda la primacía que debería tener Dios en la vida de cada uno de nosotros.




Julien Green, un novelista cristiano, hace años se preguntaba: "¿Cuántas personas hay entre nosotros que hayan experimentado el sentimiento de la presencia de Dios?" Al hombre de hoy, inmerso en la desazón y el ruido, apenas le queda tiempo para probar el gusto sabrosísimo de la oración y de la presencia de Dios en su vida. Sin embargo, hay hombres y mujeres que se sienten llamados a dedicar toda su vida a la oración, al trabajo y a la vida de comunidad en el seno de un monasterio contemplativo. Son personas que han tomado esta decisión para toda la vida y son muy felices.
En este tiempo nuestro de escasez de vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa activa o apostólica, es muy significativo que no faltan las peticiones de ingreso en la vida de los monasterios. Son jóvenes que aman la vida, son solidarios con los hermanos y están comprometidos en la transformación del mundo. Su vida contemplativa en un monasterio no es de ninguna manera una evasión del mundo, un desentenderse de la sociedad. La vida contemplativa es expresión del amor a Dios y no se puede amar auténticamente a Dios sin amar a la humanidad.
La vida contemplativa realiza plenamente a las personas que han recibido esta vocación, porque Dios llena maravillosamente todos nuestros anhelos. ¿Has visitado alguna vez una comunidad contemplativa? Es una buena experiencia, que interpela y suscita muchas preguntas como éstas: ¿Qué valor damos a Dios en nuestra vida? ¿Qué relación creemos que existe entre Dios y la creación, entre Dios y la vida? ¿Qué valor damos a la oración y al silencio en nuestra vida personal y familiar?

Los contemplativos y las contemplativas son muy necesarios para la Iglesia y para la sociedad. Aunque parece una paradoja, estas personas que han dejado el mundo son muy solidarias y están muy cerca de las necesidades eclesiales y de las inquietudes, las tristezas y los sufrimientos de los hombres y las mujeres, sus hermanos. Son personas que viven con los ojos puestos en Jesucristo y con el corazón abierto a las necesidades de los hermanos. Nos llevan a todos en su oración y en su impetración ante Dios. Este domingo dedicado a la Santísima Trinidad, la Iglesia nos propone recordar a estas personas que rezan y nos muestran la primacía que Dios debe tener en la vida de todos los cristianos.



+ Lluís Martínez Sistach
Cardenal arzobispo de Barcelona