martes, 6 de junio de 2017

COMUNICADO JESUITAS DE VENEZUELA

El P. Rafael Garrido, Provincial de la Compañía de Jesús, en nombre de los jesuitas de Venezuela, se dirige a la opinión pública para emitir el siguiente comunicado: Junto con la inmensa mayoría de los venezolanos, nosotros religiosos de la Compañía de Jesús en Venezuela estamos horrorizados con la realidad de miseria, persecución, exilio y muerte que estamos viviendo. Ante Jesús crucificado y el pueblo crucificado nos preguntamos ¿qué hemos hecho y hacemos por Venezuela y qué debemos hacer para que los venezolanos cuanto antes superemos esta situación y emprendamos el camino de vida para todos? Agradecemos a nuestros obispos que, unidos a la Santa Sede, han levantado, con claridad y valentía,su voz de venezolanos seguidores de Jesús y de pastores exigiendo un rápido y profundo cambio de esta realidad de muerte causada por el empeño en imponer un proyecto totalitario que ha fracasado en todas partes. El Papa Francisco y la Santa Sede nos dicen “Mientras me uno al dolor de los familiares de las víctimas, para quienes aseguro oraciones de sufragio, dirijo un apremiante llamamiento al gobierno y a todos los componentes de la sociedad venezolana para que se evite cualquier ulterior forma de violencia, sean respetados los derechos humanos y se busquen soluciones negociadas a la grave crisis humanitaria, social, política y económica que está agotando a la población”. Nuestros obispos subrayan que no saldremos de la ruptura democrática mientras no sean respetadas la Constitución y los derechos humanos, se mantenga anulada a la Asamblea Nacional electa, sigan y se incrementen el número de presos, exiliados y perseguidos políticos, y no se realicen elecciones libres para que el pueblo soberano elija sus representantes en todos los niveles e instancias, como lo exige la Constitución. La iglesia, interpretando el clamor del pueblo, exige la inmediata apertura de la ayuda humanitaria internacional en medicinas y alimentos y la pronta apertura a todas las iniciativas para la activación de una economía productiva con libre iniciativa comprometida con el bien común y una Fuerza Armada no partidista que respete y defienda la Constitución. Nosotros los jesuitas en esta dramática hora nos sentimos llamados a acompañar a la gente y a sacar lo mejor de lo que hemos recibido de Jesús de Nazaret y su Iglesia: poner a los pobres de Venezuela en el centro de nuestras vidas y trabajo y aportar el espíritu del Evangelio para discernir los caminos de vida con el fin de lograr la necesaria reconciliación de todos los venezolanos. Sólo el amor construye; el odio mata, divide y destruye. Pedimos a los venezolanos de diversos sectores, mirar al rostro dolorido de quienes consideran estar más lejos y en nombre de Jesús abrazarlos para juntos rescatar la democracia y la pacífica construcción del bien común. No seremos capaces de producir la nueva Venezuela unida, honesta y productiva mientras no estemos convencidos de que los pobres deben estar en el centro de la nueva Venezuela democrática como sujetos activos de la política y de la economía. El eje central de la Venezuela productiva ha de ser la oportunidad de trabajo digno para todos en la producción exitosa en nuestras fábricas, campos abandonados y centros de servicios. Prolongar la actual dramática situación con jóvenes sin esperanza, exiliados y perseguidos, resulta criminal. El tiempo urge y debemos buscar sin demora la transición a una Venezuela reconciliada e inclusiva. Cada día que se demora aumenta la muerte y la miseria, el éxodo y la desesperanza. Con gran dolor, lamentamos el asesinato de jóvenes durante los últimos meses. La Compañía de Jesús tiene una presencia educativa variada en universidades, colegios, centros educativos populares de Fe y Alegría… Desde ahí queremos levantar un grito de alarma y de esperanza: se está ahogando la buena educación y con ello el futuro de los niños y jóvenes, tanto en la formación de personas en sus competencias profesionales, como en su formación en valores cimentados en el amor y la solidaridad. Faltan educadoras y educadores, se está matando su tan necesaria vocación y se ahogan las instituciones educativas. Nada es más urgente e imprescindible que la renovación de toda la educación con una amplia invitación a que la sociedad entera sienta y desarrolle su responsabilidad educativa, junto con su estado democrático. Necesitamos que florezcan múltiples iniciativas apoyadas por el presupuesto público y por las empresas productivas con colaboración activa de las familias en su mantenimiento y desarrollo integral. Con una pobre educación para los pobres Venezuela no tiene futuro. Lamentablemente la educación en todos los sectores y niveles vive en una gran crisis. Los jesuitas trabajamos junto con decenas de miles de personas, animados por la vida, vocación y trabajo “a mayor gloria de Dios”. Jesús nos enseña que la mayor gloria de Dios es que vivan dignamente los hombres y mujeres y que esa nueva vida no es posible construirla con el odio y la muerte. Agradecemos su generoso trabajo en condiciones difíciles y con recursos económicos precarios. En esta hora los venezolanos no claman por el cambio de la Constitución, sino por su cumplimiento. Como muy bien han dicho los obispos, ahora una Asamblea Constituyente es innecesaria y contraproducente: “Lo que necesita y reclama el pueblo, en primer lugar, es comida, medicinas, seguridad, paz y elecciones justas”. Nuestro seguimiento de Jesús en esta ahora trágica nos llama a que el lema ignaciano "en todo amar y servir" se centre en la pronta superación de esta agonía y en la renovación espiritual empeñada en la reconciliación y encuentro como constructores de la nueva Venezuela de esperanza y vida. Pedimos al Espíritu Santo que nos confirme en la construcción de un país con posibilidad de vida digna para todos. P. Rafael Garrido, S.J. Provincial de la Compañía de Jesús en Venezuela 05/06/2017

lunes, 5 de junio de 2017

domingo, 4 de junio de 2017

COMUNICADO DE LOS ESTUDIANTES A LA RESISTENCIA DE VENEZUELA

Luis Ugalde

El régimen ha decidido matar  su “mejor constitución del mundo”.  Para no seguir violándola, decide librarse de ella asesinándola. Mejor matarla y hacer otra sumisa y dictatorial. Con ese propósito Maduro -usurpando un poder que no tiene- convocó a una Asamblea Nacional Constituyente. Maduro es usurpador porque él no es el pueblo y sólo “el pueblo de Venezuela es el depositario del poder constituyente originario” y sólo éste “puede convocar a una Asamblea Nacional Constituyente con el objeto de transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y una nueva Constitución (art. 347). Cuando Venezuela clama indignada por el brutal empobrecimiento por falta de comida y medicinas, alto costo de la vida, inseguridad, persecución y exilio, es una burla cruel agravar estos problemas y decir que se necesita una nueva constitución para resolverlos. El régimen la quiere para impedir elecciones con voto libre, universal y secreto del pueblo entero  para acallar del todo su grito y eliminar “los poderes constituidos” no serviles.  
En el fascismo y en el comunismo el Jefe es el soberano, que se autoproclama como la suprema encarnación del pueblo. Maduro no es el pueblo, como no lo eran Hitler y Stalin, pero el pueblo – afirman esos dictadores- se encuentra con su verdadera esencia al identificarse con el Caudillo.
Todo el poder para los soviets, dijeron los bolcheviques a partir de 1917; todo el poder para los consejos de obreros, campesinos, soldados… Poder popular ascendente desde la base hasta la cúspide de la Unión Soviética. En la realidad -fuera de los primeros momentos revolucionarios – todo el poder fue para el Jefe de Estado, llámese Stalin, Mao o Castro. El Partido único comunista manda en el país, en el partido manda su Comité Central y en éste su Secretario General. El partido, la burocracia, los cargos y los soviets o consejos, todos deben convertirse en “correas de transmisión” de las órdenes de arriba. La Constitución, como instrumento dócil del poder dictatorial, consagra esa realidad, con líder único, omnipotente y permanente. Castro en Cuba, era jefe vitalicio del partido, del gobierno y del estado. Sociedad totalitaria donde el Estado-gobierno-partido es el único empresario, el único educador, el único comunicador… Todos los demás son buenos si adoran a ese ídolo y comulgan de ese sacramento; malos y enemigos sin derechos, si disienten.
El año 2007 el pueblo de Venezuela logró derrotar con votos la imposición de la  constitución cubanoide y el Jefe se vio obligado a reconocer la derrota. En diciembre de 2015 con la estrepitosa derrota en las elecciones para la Asamblea Nacional, el régimen comprendió que nunca más podría ganar elecciones con voto libre, secreto y universal. Su legitimidad estaba perdida a causa de la evidente ruina, ineptitud y corrupción; el 80% de los venezolanos está convencido de que con este régimen y modelo llegó la muerte de toda esperanza.
Conclusión: hay que anular la AN, evitar las elecciones democráticas y aplicar la tenaza jurídico-militar que legisle y reprima al gusto y necesidad del Ejecutivo. Pero ¿qué hacer con la constitución democrática de 1999 que sigue molestando? Hay que acabarla con una nueva “constituyente originaria” (que puede barrer con todo lo “constituido”) Pero, como el pueblo pide a gritos la aplicación de los principios e ideales humanitarios de esa constitución y no su eliminación, no queda más alternativa: que Maduro usurpe el derecho de convocarla y elabore las “bases comiciales” en laboratorios gubernamentales. El CNE esperaba de rodillas para aplicar de inmediato fórmulas mágicas para que una minoría sumisa de menos de 20% se imponga a la mayoría. Recordemos que en los países comunistas el gobierno siempre ganaba sus peculiares elecciones con una votación entre 93 y 97 por ciento. Por eso el madurismo ha decidido  cambiar las reglas del juego y pasar a jugar con otro tablero hecho a su imagen y control. No más elecciones con voto universal y secreto, sino voto sectorial parcial que permita a la minoría decidir como si fuera mayoría.
Los venezolanos queremos comida, trabajo, ingresos suficientes, medicinas y salud, seguridad, paz, libertad… No una nueva constitución, sino el cumplimento de la que tenemos. Pero  esta dictadura necesita nueva constitución, por eso ha decidido asesinar a la Bolivariana y el CNE vergonzosamente se apresura a hacer los mandados del Ejecutivo. La sociedad venezolana, los demócratas todos (chavistas o no) estamos obligados a impedir este crimen con preaviso. Como dice el artículo 333 todo ciudadano “tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia” y el pueblo de Venezuela “desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos”.  Al convocar la Constituyente el régimen dictatorial anuncia su decidida voluntad de matar la  constitución que viene violando sistemáticamente, y el pueblo demócrata de Venezuela está obligado a “desconocer cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos  o menoscabe los derechos humanos(art. 350).


 Caracas, 5 de junio de 2017.