domingo, 13 de marzo de 2016

ASALTO AL INSTITUTO DE MEDICINA TROPICAL





                                                               Guillermo Planas




Hoy como un ''regalo'' para los médicos, para todos los que somos egresados de la UCV, el Alma Mater inolvidable y en especial para el País, tenemos una noticia: el Instituto de Medicina Tropical fue saqueado y destruido por personas a quienes solo puede calificarse como escorias humanas. Lo que no se pudieron robar lo destruyeron, computadoras con información estadistica, microscopios de alto valor, el equipo de los laboratorios, campanas, pipetas de alto valor. Lo que no se podían llevar lo arrojaban al suelo para destruirlo, con extrema maldad. La cosa llega al extremo que hasta los cultivos fueron manipulados y destruidos, con el propio riesgo para los delincuentes. Hasta los aires acondicionados se los llevaron. El instituto fue cerrado por las autoridades de la UCV. En esa institución se atiende a innumerables pacientes de Venezuela y de las islas del caribe, ya que sus estudios solo se hacían en esa institución: Chagas, VIH, dengue, leishmaniasis, etc, etc, etc. Pareciera que como sociedad en estado absoluto de anomia, llegamos a un punto sin retorno. 
(Alberto Báez Duarte)


La noticia del asalto al Instituto de  Medicina Tropical de la UCV, que casualmente está recién cumpliendo  noventa años de fundado por el ilustre Dr. Enrique Tejera Guevara, la había recibido como una de tantas que se suceden a diario en nuestro desvencijado país. Como la leí tangencialmente, supuse que se trataba de un acto de agresión más, como tantos que ha sufrido nuestra Alma Mater, durante largos años de ignominia a la que ha estado sometida, tanto la comunidad universitaria como la sociedad toda. Pero por la magnitud del atropello y el alcance de la destrucción perpetrada, he quedado realmente impresionado e indignado por el acto de barbarie y vejación sin límites a que ha sido sometido nuestro querido Instituto. La tropelía es solamente comparable a los atropellos cometidos por Atila y sus hordas salvajes en el siglo V cuando invadieron a Occidente. Arrasaron con un altar del conocimiento, la docencia y la investigación, sin dejar huellas. La proliferación de la violencia y el crimen explica el estado de inseguridad jurídica y personal reinante en el país, 

La agresión y destrucción tanto de bienes y equipos, como de material investigativo dirigido a beneficiar la salud depauperada del venezolano,  es tan reiterativa, vil y desproporcionada, que se pudiera plantear varias hipótesis, entre ellas, que se trate de la expresión de un acto de retaliación contra las autoridades universitarias a quienes les ha tocado un período realmente dramático en su lucha por la autonomía, la exigencia de un presupuesto justo y la superación académica como norte de sus quehaceres universitarios,  o bien se trate de un salvajismo aberrante realizado por pranes de la ignorancia, estimulados por la droga y la quiebra ética a que nos ha llevado este populismo degradante.

Es obvio que todo profesional universitario que se haya nutrido de las grandes enseñanzas que se impartieron en la excelente cátedra de Medicina Tropical, tiene que sentir profunda tristeza, frustración e indignación ante semejante salvajismo. Por sus predios, desfilaron destacados maestros de la enseñanza sanitaria en Venezuela,  -ejemplo para todo el continente- de la talla de Enrique Tejera G,  Martín Vegas, Félix Pifano, Arnoldo Gabaldón, Rafael Medina, Belfort, Mondolfi, Orihuela, Noya, y otros que escapan a mi memoria. Es considerada una época de oro de la docencia y la investigación de la medicina moderna en Venezuela.





Hace ya unos cuantos años, en una entrevista que le hicieron al maestro Félix Pifano con motivo de un viaje que realizó conjuntamente con Gabaldón a la antigua Unión Soviética y percatándose de la realidad del ciudadano común soviético, su desolación, tristeza y desesperanza le decía a Gabaldón: “Esto no podrá durar mucho, esto caerá pronto, porque el ser humano es para otra cosa, para tener esperanzas y fe en el futuro, aquí no veo esas dos cosas". El tiempo me dio la razón y pude ver el desmoronamiento de esa realidad, con la caída del Muro de Berlín y del sistema socialista”.

Palabras proféticas del maestro Pifano, quien en sus lúcidas y brillantes conferencias magistrales que periódicamente dictaba, dejó huella imborrable en sus discípulos en la década de los años sesenta, entre los que orgullosamente me cuento.






sábado, 12 de marzo de 2016

0800 NOHAY / Dr. Fabio Fuenmayor Valladares

POR LA CONCIENCIA - OPINIÓN - 03 MAR 2016, 9:59 A.M.



Mientras la ministra de Salud anuncia en cadena nacional la “formación” de 90 
telefonistas para que informen donde no  hay los  medicamentos esenciales y  como  ñapa, la 
misma funcionaria, cuya característica más relevante es poseer el peor curriculum de ministro de 
sanidad alguno desde la creación del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, aparte de cometer 
la imbecilidad de decir que la escasez de medicamentos es por un consumo “irracional”… bueno 
mientras esa cosa que puso el delincuente de la república pide llamar y preguntar,
Yo, Fabio Fuenmayor, médico  de Cuidados Paliativos del moribundo Instituto de Oncología y de Hematología, les pido a mis pacientes que ni siquiera pregunten por mi  consulta y he  decidido tomarme las 9 semanas de vacaciones vencidas del año pasado y las 11 de este año debido a que no tengo nada que recetarles para el  dolor oncológico que constituye más del 90% de los motivos de mi consulta. 

Hoy he sido informado que BADAN, prácticamente la única  institución que expende 
analgésicos de manera masiva para los tratamientos que yo prescribo, está en la lona. Me imagino 
que empezarán a ocupar los anaqueles de sus centros de atención al público con estatuillas de 
José Gregorio y  otras imágenes fabricadas diestramente en china, las cuales costarán una fortuna 
a más de  un millar de bolívares por dólar, a menos que a un bolichico le entreguen divisas a 10 y 
las revenda a 200 para importar: imágenes santorales de primera necesidad. A esos desgraciados 
enchufados, les sugiero que importen Biblias y ediciones de El Corán, porque no solo a los 
católicos y a los santeros les da cáncer. 

No gozo del cinismo de Héctor Rodríguez, ni de la desvergüenza de Pedro Carreño y 
mucho menos del espíritu demoníaco de Diosdado Cabello, para decirle a mis pacientes, 
mirándolos a  los ojos, que no solamente se van a morir de cáncer, sino que además lo harán en 
medio del  sufrimiento de terribles dolores, que si bien en condiciones normales son difíciles de 
tratar, hoy en día por culpa del delincuente de la república, nicolás maduro, ni siquiera van a 
poder ser tratados. 

Es muy difícil compartir día a día el deterioro, el sufrimiento y  las complicaciones clínicas 
de un enfermo crónico; pero eso lo escogí yo, para eso llevo más de 30 años formándome y lo sigo 
haciendo. Lo que resulta inaceptable es presenciar ese mismo deterioro con las manos amarradas 
por un gobierno que les quitó a los enfermos desde la aspirina y los pañales hasta la morfina y las 
bombas de infusión. Cuando el delincuente trastabilliario de Chávez, llegó al poder, una ampolla 
de morfina costaba BsF: 0,0005, hoy: no existe, y si le decían a uno que algún día no tendría papel 
de baño se respondía “¡No vale! Yo no creo”. 

Esta situación, no es una crisis de reciente aparición, no fue que el barco que traía  los 
analgésicos naufragó por la emboscada de un huracán llamado Guerra Económica, no nos 
caigamos a cuentos. Esto se viene labrando de manera sistemática y programada desde que nos 
dejamos asaltar por el Socialismo del  Siglo XXI y los cantos de sirena del intergaláctico. Yo estudié 
para manejar 8 tipos de analgésicos opioides en más de 30 presentaciones, más de 20 analgésicos 
no opioides en más de 60 presentaciones, 6 antiinflamatorios esteroideos en más de 15 
presentaciones, más de 12 coadyuvantes de los analgésicos en múltiples presentaciones, todos 
ellos solamente para tratar uno solo de los síntomas de cuidados paliativos, EL DOLOR. Poco a 
poco, toda esa farmacopea fue desapareciendo del alcance de mis pacientes. Mis colegas  y  yo  
fuimos reduciendo la oferta de alternativas, empezamos a exigirles a los familiares cada vez más 
esfuerzo para conseguir el tratamiento adecuado, debimos hacernos los locos con el costo 
económico de nuestras prescripciones; y hasta nos hicimos  creativos cambiando las 
presentaciones que se disponían con la ayuda de los farmaceúticos (en especial soy muy conocido 
por los amigos de Fórmulas Magistrales de  la Facultad de  Farmacia de la  UCV), hasta violentamos 
las normas haciendo uso de medicamentos ya vencidos. 

Pero todo se acabó. Ya no hay nada que enviar a Fórmulas Magistrales, ya no quedan 
blíster vencidos en las gavetas y  ya es un crimen y una desvergüenza  poner a los familiares a 
literalmente, recorrer el país en busca de las sobras que se hallan colocado a buen resguardo para 
no  ser consumidas por el dolor de una enfermedad a la cual tampoco se le da cura. 
La única esperanza que queda es que en medio de esta mortandad, en donde la mala 
muerte de cada venezolano está la muerte de un pedazo del país, llegue el ímpetu y la conciencia 
de la realidad de que es necesario no solamente salir de estas lacras que son Nicolás y sus 
compinches, sino de entender que quienes siguieron a la maldición que representó Chávez fueron 
los culpables y que ellos mismos están llamados a  hacer renacer de sus cenizas esta nación 
mientras de manera individual cada uno muere con un pedazo de país.

Charallave, 25 de febrero de 2016

Dr. Fabio Fuenmayor Valladares
Médico Especialista en Cuidados Paliativos
Encargado de la Consulta de Cuidados Paliativos del  Instituto de Oncología  y Hematólogía

Publicado originalmente en:


Por la Conciencia (PorlaConciencia) 
ONG dedicada a la difusión y defensa de los Derechos Humanos y Civiles.
@XlaConciencia

viernes, 4 de marzo de 2016

EL OFICIALISMO GRITA POR UN GOLPE DE ESTADO

                                                     


                                                   César Miguel Rondón



  Esto es grave. Esto es muy grave. La decisión del Tribunal Supremo de Justicia contra la Asamblea Nacional es un golpe. Así lo definen no pocos titulares en la prensa venezolana. En ello coinciden dos diarios barquisimetanos, El Informador y El Impulso: “Golpe al Parlamento”. Ahora bien, un golpe al Parlamento es un golpe a la voluntad popular manifestada el pasado 6 de diciembre. Es lo más cercano a un golpe de estado.
  La sentencia número 9 elaborada por el Magistrado Arcadio Delgado Rosales hace que la Sala Constitucional, como dice el abogado constitucionalista Juan Carlos Apitz citado en El Nacional, se convierta en una Constituyente que está creando su propia Carta Magna. Los magistrados son designados por la Asamblea Nacional, y estos designados pasan a decidir contra la Asamblea Nacional. Pero la Asamblea Nacional, a diferencia de los magistrados, es elegida de manera directa por usted, por los ciudadanos, por el pueblo. Cuando los magistrados proceden contra la Asamblea como un todo, proceden contra usted, contra el ciudadano.
  La ex magistrada del Tribunal Supremo, Blanca Rosa Mármol, afirma: “De los siete miembros de la Sala Constitucional, tres -Calixto Ortega, Luis Damián y Lourdes Suárez- no firmaron la sentencia y debieron inhibirse porque se trata de su propia designación. La sentencia es inmoral, y ellos merecen la destitución.” El calificativo es el pertinente: inmoral. Porque esto es también un problema moral. Es una inmoralidad lo que han hecho.
  Ahora, más allá de dejar a la Asamblea como “Mirones de palo” -según el gran titular de La Verdad, en Maracaibo-, el problema se agrava considerablemente con otro peligroso elemento. El jefe de la bancada parlamentaria del oficialismo, Héctor Rodríguez, en lugar de hablar desde el hemiciclo, reta a la Asamblea y, acompañado de un pequeño grupo de personas –según Julio Borges había más gente en una cola de Mercal que la que ellos lograron arrastrar a las afueras de la Asamblea- dando un mitin en las afueras del palacio legislativo. Según leo en El Nuevo País: “Dio un exaltado discurso en el que acusó a la mayoría opositora de no representar al país”. ¿Cómo que no lo representa, si el país de manera abrumadora y mayoritaria votó por esa Asamblea? Quien no representa al país es precisamente Rodríguez. Y, por si fuera poco, este exaltado diputado soltó -y leo la cita que le hacen en La Verdad-: “Vamos a protestar hasta que esta Asamblea Nacional caiga”.
  ¿Caiga? Una cosa es que salga y otra cosa es que caiga. El verbo “caer”, en la política tropical venezolana, solo supone Golpe de Estado. Nadie ha hablado, por ejemplo, en la oposición, de que caiga Nicolás Maduro. Hablan de la salida de Maduro, de la renuncia de Maduro, de la revocatoria de Maduro. Pero nadie ha dicho que caiga Maduro. Cuando Héctor Rodríguez pide que caiga la Asamblea, lo que está pidiendo, ni más ni menos, es la formalización del golpe de estado.
  Pero hay algo que es mucho más grave todavía. Cuando Rodríguez, en lugar de hablar desde el hemiciclo, como diputado, lo hace desde las afueras, como camorrero de esquina, está enviando un mensaje inequívoco de desconocimiento a la Asamblea. Y la amenaza que está planteada es que la bancada del oficialismo no asista más a las sesiones en el hemiciclo. De no asistir desconocerían por completo a la Asamblea Nacional. Desconocer por completo la Asamblea Nacional es desconocer y patear vilmente la voluntad popular. Desconocer y patear la voluntad popular es afianzar una dictadura.

Publicado en TalCualDigital.com 4 de marzo de 2016