MARÍA YANES
El
ser humano se ha caracterizado fundamentalmente por la inquietud o avidez de
adquirir conocimientos. Es algo innato, bien sea en cualquier actividad,
situación, nivel o estrato social. La vida del ser humano transcurre sobre una
necesidad de aprender, de poder tener acceso a oportunidades y facilidades para
adquirir el conocimiento que le permitirá desenvolverse o trabajar en una
determinada actividad o en cualquier profesión u oficio. Cuando se cumplen las
etapas que necesariamente se deben realizar para lograr la formación y adquirir
el conocimiento para desenvolvernos en la vida, entonces continuamos con el
ciclo de buscar las oportunidades de aplicarlo y seguirlo desarrollando, porque
el conocimiento nunca se deja de buscar, ampliar y mejorar según la profesión o
actividad hacia la cual va dirigidos. Sin embargo surge la gran pregunta que
nos lleva a una reflexión que no deja de generar alarma y angustia a la vez: ¿Por
qué está emigrando tanto talento venezolano, teniendo o no una carrera o profesión?
¿En qué incide esto y cómo se sumaría a los factores negativos que impiden que
el país salga adelante? La respuesta la conocemos todos: Venezuela es uno de los
países de Latinoamérica con las peores condiciones socioeconómicas y calidad de
vida, después de haber tenido en los últimos años el mayor ingreso petrolero de
todos los tiempos.
En
la actualidad, cuando nuestros jóvenes ingresan a las universidades tradicionales
y reconocidas ya encuentran dificultades para adquirir los conocimientos y
destrezas para salir formados en una determinada profesión. Como salió reseñado
recientemente en la prensa en donde se refiere a la suspensión de las
actividades de los laboratorios de prácticas de la facultad de ciencias de la
Universidad Central de Venezuela por falta de insumos.
El joven estudiante al
salir de la educación superior y así ingresar al nivel de postgrado de
cualquier carrera universitaria, también se va a encontrar con trabas para su
formación académica como en el caso de la profesión médica, con la cual estoy
relacionada de manera directa desde hace algunos años. Nuestros médicos
residentes enfrentan a diario, en los centros hospitalarios donde realizan sus
estudios, la escasez de insumos y de equipos médicos; quienes cursan una
especialidad quirúrgica tienen que cumplir un record o un determinado número de
cirugías para ser reconocidos en la especialidad, y esto cada día se vuelve una
tarea muy difícil, esto no solo ocurre en la profesión médica. Otro ejemplo son
los comunicadores sociales, a quienes actualmente se les hace cuesta arriba cumplir
con su trabajo de obtener información veraz para difundirla en pleno ejercicio
de libertad de expresión en un país en donde el derecho a la información se
conculca cada día más. También pudiéramos sumar a los docentes universitarios, que
igualmente tienen la necesidad de buscar mejor futuro, y así pudiéramos nombrar
muchos otros ejemplos. Según sociólogos expertos que estudian este fenómeno
actual, las causas que conllevan a la emigración de nuestros talentos son la
violencia y la inseguridad, la falta de oportunidades, los factores
socioeconómicos caracterizados por salarios que no alcanzan inclusive para cubrir
las necesidades de la canasta básica. En las décadas de los 40 a 50 del siglo
XX con el auge petrolero de aquella época, Venezuela fue más bien un país de
inmigrantes: llegaron al país ciudadanos más que todos españoles, portugueses e
italianos que aportaron una contribución extraordinaria al desarrollo de país,
hoy día quizás sus generaciones ya se habrán sumado a esa gran lista de
ciudadanos venezolanos que quieren emigrar y buscar mejores oportunidades en
sus países de origen o en otras fronteras. Ahora Venezuela se ha convertido en
un país de emigrantes, en el que la fuga del conocimiento cada día se exacerba,
sobre todo de jóvenes profesionales. Lamentablemente también según opinión de
los expertos, nuestro país carece de políticas públicas para utilizar y valorar
ese conocimiento o talento que es factor determinante para el crecimiento y
desarrollo de este país, cada día más lejano si no se cambian determinadas
conductas ya conocidas de quienes lo gobiernan, seguramente en otros países serán
recibidos con las puertas abiertas, aunque quizás para la mayoría no sea fácil hacer
nueva vida en otras latitudes.
.
El joven profesional venezolano se siente impulsado a la acción, por ello su
motivación principal es actuar por su porvenir ¿Qué padre le dice no al hijo
profesional que quiere irse de un país en donde la inseguridad ya rebasó los límites,
la crisis económica agobia y no hay oportunidades para desarrollar el talento o
conocimiento? Pienso que ninguno, al contrario, le proporcionaría tranquilidad
la posibilidad de que pudieran tener un mejor futuro, aunque esto dolorosamente
ocasione la separación del núcleo familiar.
Publicado
en el Nacional WEB 6/07/2015
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