Estadio
Olímpico, Roma. Domingo 1 de junio de 2014
Queridos hermanos y hermanas:
Os
agradezco mucho vuestra acogida. Seguro que alguien le ha dicho a los
organizadores que me gusta mucho este canto, «Vive Jesús, el Señor…» Cuando
celebraba en la catedral de Buenos Aires la Santa Misa con la Renovación Carismática, después de la consagración y de algunos segundos de adoración en
lenguas, cantábamos este canto con mucha alegría y fuerza, como vosotros lo
habéis hecho hoy. Gracias. Me he sentido como en casa.
Vuestra definición
Doy
gracias a la Renovación Carismática, la ICCRS y a la Catholic Fraternity
por este encuentro con vosotros, que me alegra tanto. Agradezco también la presencia de los primeros
que tuvieron una fuerte experiencia de la potencia del Espíritu Santo; creo que
está aquí Patty…
Vosotros,
Renovación Carismática, habéis recibido un gran don del Señor.
Habéis
nacido de una voluntad del Espíritu Santo como «una corriente de gracia en la
Iglesia y para la Iglesia».
Ésta
es vuestra definición: una corriente de gracia.
El gran don de la diversidad de los carismas.
¿Cuál
es el primer don del Espíritu Santo?
El
don de sí mismo, que es amor y hace que te enamores de Jesús.
Y
este amor cambia la vida. Por esto se dice «nacer de nuevo a la vida en el
Espíritu». Lo había dicho Jesús a Nicodemo.
Habéis
recibido el gran don de la diversidad de los carismas, la diversidad que lleva
a la armonía del Espíritu Santo, al servicio de la Iglesia.
Cuando
pienso en vosotros, carismáticos, me viene a la mente la misma imagen de la
Iglesia, pero de una manera particular: pienso a una gran orquesta, en que cada
instrumento es distinto y también las voces son distintas, pero todos son
necesarios para la armonía de la música.
San
Pablo nos lo dice, en el capítulo 12 de la primera Carta a los Corintios. Así,
como en una orquesta, que nadie en la Renovación piense que es más importante
o más grande que otro, por favor. Porque cuando alguno de vosotros se cree más
importante que otro o más grande, comienza la peste. Nadie puede
decir: «Yo soy la cabeza». Vosotros, como toda la Iglesia, tenéis una sola
cabeza, un solo Señor: el Señor Jesús.
Repetid
conmigo: ¿Quién es la cabeza de la Renovación? El Señor Jesús.
-¿Quién
es la cabeza de la Renovación?
- [la multitud:] "¡El Señor Jesús!".
- [la multitud:] "¡El Señor Jesús!".
Y
decimos esto con la fuerza que nos da el Espíritu Santo, porque nadie puede
decir «Jesús es el Señor» sin el Espíritu Santo.
Como
tal vez sabéis –porque las noticias corren– en los primeros años de la
Renovación Carismática en Buenos Aires, yo no quería mucho a estos
carismáticos. Yo les decía: «Parecen una escuela de samba».
No
compartía su modo de rezar y tantas cosas nuevas que sucedían en la Iglesia.
Después, comencé a conocerlos y al final entendí el bien que la Renovación Carismática hace a la Iglesia.
Y
esta historia, que va de la «escuela de samba» hacia adelante, termina de un
modo particular: pocos meses antes de participar en el Cónclave, fui nombrado
por la Conferencia Episcopal asistente espiritual de la Renovación carismática
en Argentina.
El don del amor a la Palabra
La
Renovación Carismática es una gran fuerza al servicio del anuncio del
Evangelio, en la alegría del Espíritu Santo.
Habéis
recibido el Espíritu Santo que os ha hecho descubrir el amor de Dios por todos
sus hijos y el amor a la Palabra. En
los primeros tiempos se decía que vosotros, carismáticos, llevabais siempre con
vosotros una Biblia, el Nuevo Testamento…
-¿Lo
seguís haciendo todavía?
- [la multitud:] "¡Síiiiiiii!.
- [la multitud:] "¡Síiiiiiii!.
No
estoy seguro de ello.
Si
no, volved a este primer amor, llevad siempre en el bolsillo, en la bolsa, la
Palabra de Dios.
Y
leed un trozo. Siempre con la Palabra de Dios.
El don de la libertad
Vosotros,
pueblo de Dios, pueblo de la Renovación Carismática, vigilad para no perder la
libertad que el Espíritu Santo os ha dado.
El
peligro para la Renovación, como dice con frecuencia nuestro querido Padre
Raniero Cantalamessa, es el de la excesiva organización: el peligro de la
excesiva organización.
Sí,
tenéis necesidad de organización, pero no perdáis la gracia de dejar que Dios
sea Dios.
«Pero
no hay mayor libertad que la de dejarse llevar por el Espíritu, renunciar a
calcularlo y controlarlo todo, y permitir que Él nos ilumine, nos guíe, nos
oriente, nos impulse hacia donde Él quiera.
Él
sabe bien lo que hace falta en cada época y en cada momento. ¡Esto se llama ser
misteriosamente fecundos!» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 280).
Otro
peligro es el de convertirse en «controladores» de la gracia de Dios.
Muchas
veces, los responsables (a mí me gusta más el nombre «servidores») de algún
grupo o comunidad se convierten, tal vez sin querer, en administradores de la
gracia, decidiendo quién puede recibir la oración de efusión o el bautismo en
el Espíritu y quién no.
Si
algunos hacen así, os ruego de no hacerlo más, no hacerlo más. Vosotros sois dispensadores
de la gracia de Dios, no controladores. No seáis una aduana para el
Espíritu Santo.
Una ruta segura
En
los documentos de Malinas, tenéis una guía, una ruta segura para no equivocaros
de camino.
El
primer documento es: Orientación teológica y pastoral.
El
segundo es: Renovación carismática y ecumenismo, escrito por el mismo
Cardenal Suenens, gran protagonista del Concilio Vaticano II.
El
tercero es: Renovación carismática y servicio al hombre, escrito por el
Card. Suenes y por el Obispo Hélder Camara.
Ésta
es vuestra ruta: evangelización, ecumenismo espiritual, atención a los
pobres y necesitados y acogida de los marginados. Y todo esto basado en la adoración.
El fundamento de la renovación es adorar a Dios.
El Papa espera de vosotros
Me
han pedido que diga a la Renovación qué espera el Papa de vosotros.
La
primera cosa es la conversión al amor de
Jesús que cambia la vida y hace del cristiano un testigo del Amor de Dios.
La Iglesia espera este testimonio de vida cristiana y el Espíritu Santo nos
ayuda a vivir la coherencia del Evangelio para nuestra santidad.
Espero
de vosotros que compartáis con todos, en la Iglesia, la gracia del Bautismo en el Espíritu Santo (expresión que se lee
en los Hechos de los Apóstoles).
Espero
de vosotros una evangelización con la
Palabra de Dios que anuncia que Jesús está vivo y ama a todos los hombres.
Que deis un testimonio de ecumenismo espiritual con todos aquellos hermanos y
hermanas de otras Iglesias y comunidades cristianas que creen en Jesús como
Señor y Salvador.
Que
permanezcáis unidos en el amor a todos
los hombres que el Señor Jesús nos pide, y en la oración al Espíritu Santo
para llegar a esta unidad, necesaria para la evangelización en el nombre de
Jesús. Recordad que «La Renovación Carismática es ecuménica por su misma
naturaleza … La renovación católica se alegra de lo que el Espíritu Santo
realiza en el seno de otras Iglesias» (1Malinas 5,3).
Acercaos a los pobres, a los necesitados,
para tocar en su carne la carne herida de Jesús. Acercaos, por favor.
Buscad
la unidad en la Renovación, porque
la unidad viene del Espíritu Santo y nace de la unidad de la Trinidad. La
división, ¿de quién viene? Del demonio. La división viene del demonio. Huid de
las luchas internas, por favor. Que no se den entre vosotros.
Hermanos
y hermanas, recordad: Adorad a Dios el Señor: éste es el fundamento. Adorar a
Dios. Buscad la santidad en la nueva vida del Espíritu Santo. Sed dispensadores
de la gracia de Dios. Evitad el peligro de la excesiva organización. Salid a las calles a evangelizar,
anunciando el Evangelio. Recordad que la Iglesia nació «en salida», aquella
mañana de Pentecostés. Acercaos a los pobres y tocad en su carne la carne
herida de Jesús.
Dejaos
guiar por el Espíritu Santo, con esa libertad; y, por favor, no enjaular al
Espíritu Santo. ¡Con libertad! Buscad la unidad de la Renovación, unidad que
viene de la Trinidad.
***
Quiero
agradecer al ICCRS y a la Catholic Fraternity, los dos organismos de
Derecho Pontificio del Pontificio Consejo para los Laicos al servicio de la
Renovación mundial, comprometidos en la preparación del encuentro mundial para
sacerdotes y obispos que tendrá lugar en junio del próximo año.
Sé
que han decidido compartir incluso la oficina y trabajar juntos como signo de
unidad y para gestionar mejor sus recursos. Me alegro mucho. Quiero
agradecerles también porque están ya organizando el gran jubileo del 2017.
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