ANIMO, SOY YO.
¡NO TENGAN MIEDO! ”
En una ocasión, tristes por haber pasado toda la noche sin pescar nada, al escuchar el estímulo de nuestro Señor
Jesucristo, los apóstoles se animaron y
realizaron algo prodigioso: la pesca milagrosa. (Lc 5, 1-11) Y en otro momento, en medio de una tormenta y
asustados al ver venir a alguien caminando sobre las aguas, Él les dijo: Animo,
soy yo, ¡no tengan miedo! (Mt,
14, 2327)
En medio de esta pandemia, es bueno que recordemos estas palabras de Jesús y tengamos la seguridad de su presencia entre nosotros.
Porque estamos sin duda en una situación difícil y grave. Llevamos ya casi 5
meses de sobresalto y penurias debido a la peste. Y sentimos el peso de la
angustia, de la escasez, de la incertidumbre, del encerramiento.
Pues
bien, la palabra de Dios nos ilumina y nos conforta. San Pablo, en un bellísimo
pasaje de la Carta a los Romanos (Rom. 8, 18-38), nos asegura que Dios nos
envía su Espíritu Santo para que nos aliente y fortalezca en la tribulación y
el sufrimiento. Y nos dice: “Y sabemos
que Dios ordena todas las cosas para bien de los que lo aman” (Ro 8,28).
En medio de tantas dificultades, en un ambiente que se olvida de Dios, con carencias materiales
insólitas, Jesús está con nosotros, y nos alienta ahora, a sus fieles discípulos
y amigos, a que sigamos adelante, con
alegría, con fe y confianza, con perseverancia y fortaleza. “Soy yo. No tengan miedo”.
RENOVAR Y
ANUNCIAR NUESTRA FE
El nos invita
a recordar y también a anunciar en nuestro hogar, entre nuestros
vecinos, que Dios es Amor (1 Jo 4, 8). Que
Él llama a todos los seres humanos a una vida plena y feliz, en este mundo y
sobre todo en la vida eterna.
Recordemos
un llamado del Papa Francisco, formulado
en su alocución en la audiencia general del pasado 15 de enero “Que el Espíritu
nos permita también a nosotros, como a Pablo, impregnar de Evangelio nuestras
casas y convertirlas en cenáculos de fraternidad, donde podamos acoger a Cristo
vivo, que “sale a nuestro encuentro en todo hombre y en todo tiempo” (cf. II Prefacio de
Adviento).
INTENSIFICAR LA ORACION PERSONAL Y FAMILIAR
Lamentablemente, el
aumento sostenido de los contagios desde
principios de junio, y la precaria situación de nuestro sistema de salud, nos ha impedido a los
Obispos abrir progresivamente los templos al culto público. Para evitar el
peligro de contagios masivos. ¡Pero
todos tenemos el recurso a la oración
personal y familiar en el hogar!
En estas duras semanas de
peste y confinamiento los invito, pues, a
intensificar la oración, el contacto directo, personal, intimo con Dios: a
través de la lectura de la Biblia, especialmente los Evangelios y las Cartas de
los Apóstoles; la comunión eucarística
espiritual, el rezo diario y fervoroso del santo Rosario. Invitemos a nuestros familiares,
y a las personas cercanas a acompañarnos
en la oración. Hagamos lectura
espiritual de vidas de los santos, de obras piadosas. Y aprovechemos la
celebración de la Santa Misa por la Televisión, Radio María y las redes
sociales.
CARIDAD CRISTIANA
Pidamos al Señor
que, nuestra Iglesia, nosotros los cristianos,
en este ambiente secularizado y antireligioso de la época moderna y, precisamente
en tiempos de peste maligna, mediante la
oración, el apostolado, familiar y la solidaridad material, hagamos presente en el mundo el inefable,
transformador y gratificante amor de Dios, su misericordia y su felicidad.
Precisamente
en estos tiempos difíciles fortalezcamos nuestro fervor religioso, en nuestra
familia, en el hogar, y pidamos a Dios
que aumente nuestra fe, una fe viva, que animada por la caridad, nos lleve a vivir a fondo nuestra
vocación cristiana y nuestro compromiso social. De manera particular procuremos aliviar los problemas personales de quienes están cerca de nosotros, y también llevarles la Palabra de Dios y un
mensaje de aliento, esperanza y fortaleza. Y socorrerlos en sus necesidades
materiales.
Para
ello, invoquemos la ayuda de nuestra
amorosa madre celestial, la Santísima
Virgen de Coromoto, a quien nos encomendamos confiadamente en esta grave
situación.
OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, RUEGA POR
NOSOTROS QUE RECURRIMOS A TI. AMEN.
+CARDENAL
JORGE UROSA SAVINO
ARZOBISPO
EMERITO DE CARACAS