sábado, 5 de noviembre de 2016

CLAUDIO CELLI: "SI FRACASA EL DIÁLOGO NACIONAL, EL CAMINO PODRÍA SER EL DE LA SANGRE"


El enviado papal a Caracas expresó su preocupación por la crítica situación en el país y advirtió que Francisco tomó un riesgo grande






ROMA."Si fracasa el diálogo nacional entre el gobierno venezolano y la oposición, no es el Papa sino el pueblo de Venezuela el que va a perder, porque el camino podría ser el de la sangre."
Monseñor Claudio Maria Celli, uno de los diplomáticos más experimentados de la Santa Sede, acaba de volver de Caracas y no oculta su preocupación. En su despacho de Villa Nazareth, su residencia de Roma, recibe todo el tiempo información desde la capital venezolana. Presidente emérito del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, de 75 años y experto en China y Vietnam, Celli fue nombrado por Francisco como su enviado especial a Venezuela. La misión es a todas luces difícil: a través de un diálogo nacional, apagar esa bomba de tiempo que es hoy el país que gobierna Nicolás Maduro.
Según contó a LA NACION, las 48 horas que pasó a principios de semana en Caracas fueron agotadoras. Luego de una primera reunión que duró hasta las 2 de la mañana del lunes, el gobierno y la oposición acordaron poner en marcha cuatro mesas temáticas para destrabar la situación.
"Cuando me reuní con los representantes de la oposición, en la mañana del lunes, les dije claramente: «Mi miedo es que haya muertos en la manifestación del jueves. Y si hay muertos, el diálogo, ¿qué diálogo es?». La oposición reflexionó y gracias a Dios suspendieron esta manifestación", contó Celli.
-Usted estuvo dos veces reunido con Maduro. ¿Cómo le fue?
-En la primera reunión el presidente me dijo: «Le prometí al Papa que voy a dialogar y cumpliré la promesa ». En la segunda, que me pidió él y que fue al día siguiente de la primera reunión plenaria, le dije: «Señor presidente, esta mañana me encontré con la oposición y hay tres pedidos. Hay que dar señales y estas no necesitan tiempos bíblicos. Hay que dar señales de que el diálogo es el único camino, y que se puede recorrer en este momento». Se lo dije muy claramente.
-¿Cómo encontró el país?
-Es indudable que la situación está muy fea. No solamente a nivel político, sino a nivel social, económico. No hay comida, no hay medicinas. Es innegable que el país está enfrentando una situación muy difícil.
-Usted va a regresar el 11 de noviembre para revisar los primeros trabajos de las mesas temáticas, pero la distensión lograda parece haberse evaporado: Maduro llamó «terroristas» a los dirigentes de Voluntad Popular, y pareció relativizar el diálogo al decir que «la revolución es irreversible»...
-Yo había pedido evitar expresiones violentas y agresivas. Empleé un término: un lenguaje des-armado. El problema es que estas cosas son más fuertes que ellos.
-La situación le pareció peor de lo que se había imaginado?
-Hay militares por doquier. En las partes de Caracas por las que pasé hay retenes en todos lados, policías, militares. La misma noche que llegué al aeropuerto había un bloqueo de policías cerca de la nunciatura que nos paró para ver quiénes éramos. Y el secretario de la nunciatura que manejaba el auto dijo: «¿Pero no ha visto la placa diplomática?».
-¿La Santa Sede considera esto como una mediación?
-No es una mediación. La Santa Sede acompaña.
-El Papa está tomando un riesgo muy grande porque el diálogo puede fracasar en cualquier momento...
-No cabe duda.
-En ese sentido, ¿es optimista o pesimista?
-Yo estoy y me voy a jugar. El problema es que yo soy un acompañante. Una cosa es cierta: el Papa goza de un gran prestigio. Las dos partes, así como los cuatro ex presidentes que acompañan [Ernesto Samper, José Luis Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Martín Torrijos] me dijeron claramente que si no estuviese la Santa Sede, la oposición no se encontraría con el gobierno. Y las dos partes comprenden que o embocan el camino de la violencia o embocan el del diálogo.
-¿Es una misión imposible la que le dieron?
-Yo espero que no. Estoy rezando por esto. El problema no es que la Santa Sede pierda la cara, es el pueblo venezolano el que se hunde más. Porque si acaso en una delegación o la otra quieren terminar con el diálogo, no es el Papa sino el pueblo venezolano el que va a perder, porque el camino podría verdaderamente ser el de la sangre. Y hay gente que no tiene miedo de que haya derramamiento de sangre. Esto es lo que me preocupa. Francisco está jugando un papel muy fuerte. Corremos un riesgo. Vamos a ver, que Dios nos ayude.
 LA NACION SÁBADO 05 DE NOVIEMBRE DE 2016

viernes, 4 de noviembre de 2016

CUATRO PREGUNTAS PARA ENTENDER EL "APOCALIPSIS DE LOS ANTIBIÓTICOS"

Estamos en guerra con las bacterias, pero nuestras armas son cada vez menos efectivas
El desarrollo de nuevos medicamentos de este tipo lleva años agotándose a medida que la industria farmacéutica se interesa por mercados más lucrativos, como el cáncer o las enfermedades del corazón
La resistencia a los antibióticos ya existía mucho antes de que comenzáramos a usarlos con una frecuencia y entusiasmo que roza la adicción.
Los mismos genes que las bacterias modernas están portando hoy día para protegerse contra estas medicinas se han encontrado en antiguas bacterias congeladas en el suelo del ártico durante más de 30.000 años.
Esos genes no les aportaban grandes ventajas a nuestros ancestros cazadores de mamuts.
Pero, desde que comenzamos a usar antibióticos para tratar cada una de nuestras amenazas patógenas (reales o imaginarias), creamos las condiciones perfectas para hacer que los genes resistentes fueran algo de lo más atractivo para cada una de esas bacterias.
Incluso el padre de los antibióticos, Alexander Fleming (quien descubrió la penicilina) advirtió sobre los riesgos de propagar la resistencia en 1946, argumentando que la demanda pública haría que se usaran de forma excesiva, hasta que las bacterias desarrollaran mejores defensas.
"La persona inconsciente que juegue con el tratamiento de la penicilina es moralmente responsable de la muerte del hombre que finalmente sucumba a la infección con el organismo resistente a la penicilina", les dijo a los lectores del New York Times.
"Espero que el mal pueda ser evitado".
¿Qué tan grave es realmente la situación?
¿Recuerdan la tuberculosis? Probablemente no; el encuentro más cercano con esta horrible infección que tuvimos la mayoría de nosotros fue cuando observamos la elegante muerte de Satine (interpretada por Nicole Kidman) en la película Moulin Rouge.


Gracias a los antibióticos isoniazida y rifampicina, la bacteria Mycobacterium tuberculosis ha desaparecido en gran parte de los países occidentales ricos (aunque nunca lo hizo del resto del mundo).
Pero ahora ha vuelto. Y es peor que nunca.
Estamos viendo un alarmante aumento de casos de tuberculosis resistente tanto a la soniazida y como a la rifampicina en partes del mundo como Papúa Nueva Guinea, India, China y Rusia.
La tuberculosis resistente a múltiples fármacos ha sido apodada como "Ébola con alas".
Se transmite fácilmente a través de la tos o de los estornudos, y las oportunidades de sobrevivir a ella —incluso con el mejor tratamiento médico— son de alrededor del 50%.
Pero esa es apenas la punta del iceberg del problema de la resistencia a los antibióticos.
En Estados Unidos, cada año al menos dos millones de personas adquieren una infección bacterial resistente a los antibióticos. Y más de 20.000 de ellas mueren a causa de esas infecciones.
En los hospitales se están observando bacterias como la Escherichia coli —causa habitual de gastroenteritis— y la Pseudomonas aeruginosa —una causa de septicemia y otras posibles enfermedades fatales y desagradables— las cuales son resistentes a los carbapenemas, una de nuestras últimas líneas defensivas de antibióticos.
¿Aún no les preocupa? Aquí va otro dato: buena parte de las infecciones de transmisión sexual son causadas por bacterias. Por ejemplo, la sífilis la gonorrea o la clamidia.
Ya estamos teniendo problemas para tratar la gonorrea por la resistencia a los antibióticos. ¿Imaginan si no tuviéramos nada con que tratarla?
¿Y NO PODEMOS INVENTAR MÁS ANTIBIÓTICOS?
Esa parece la respuesta más sencilla a este problema pero, por desgracia, no lo es.


El desarrollo de nuevos medicamentos antibióticos lleva años agotándose, a medida que la industria farmacéutica se interesa por mercados más lucrativos, como el cáncer o las enfermedades del corazón.
Un ciclo de tratamiento a base de antibióticos podría oscilar en torno a los US$1.000, pero la quimioterapia para tratar el cáncer puede generar decenas de miles de dólares.
Y una persona que tome un medicamento diario para reducir sus niveles de colesterol puede hacerlo durante una o dos décadas.
Según la Asociación Estadounidense para el Estudio de las Enfermedades Infecciosas (IDSA, por sus siglas en inglés), cada uno de los antibióticos que usamos hoy en día deriva de un antibiótico que fue desarrollado antes de 1984.
Los antibióticos también suponen un reto científico, regulatorio y económico particularmente complejo para las compañías farmacéuticas. Así que no es de extrañar que estén abandonando este sector de forma masiva.
¿CUÁLES SON LAS SOLUCIONES?
La más importante es dejar de usar antibióticos excepto para lo más esencial.



Llevamos tiempo usando sin sentido esta poción mágica, y ahora estamos revisando alguna de las creencias populares más arraigadas.
Por ejemplo, las infecciones de oído y urinarias no siempre requieren de tratamiento antibiótico.
Y también se está cuestionando la idea de que siempre hay que completar el ciclo de los tratamientos antibióticos.
Pero no son sólo los médicos quienes tienen que cambiar sus prácticas: los pacientes deben darse cuenta de que los antibióticos no son una panacea para todas sus toses y estornudos.
El problema es que la mayoría de las infecciones respiratorias —como los resfriados y la gripe— son causadas por virus, y los antibióticos sólo matan bacterias.
También ha habido fuertes y repetidas advertencias para finalizar o, al menos, reducir el uso de antibióticos en la agricultura.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo un llamamiento para que buscaran alternativas como la inmunización o la mejora de la higiene y la bioseguridad para reducir el riesgo de infecciones en animales.
Y, al igual que en los humanos, los granjeros deberían proporcionarles antibióticos a los animales solamente en caso de enfermedad infecciosa bacteriana.
¿HAY ALGUNA SOLUCIÓN MÁS RADICAL?
La administración cuidadosa de antibióticos y el decir a la gente que se "aguante" cuando están enfermos no es muy atractivo; por eso los científicos también están tratado otras formas de superar el problema.


Los bacteriófagos son virus que matan bacterias. Su nombre significa, literalmente, "comedores de bacterias".
Aunque en realidad no se las comen, sino que las utilizan como un huésped en el que pueden reproducirse y propagarse a otras bacterias.
Fueron descubiertos en 1915 y ya se usaron durante la Segunda Guerra Mundial para combatir la gangrena. Ahora se están estudiando como una posible solución a la crisis de los antibióticos.
Investigadores de todo el mundo están trabajando en la selección de estos asesinos microscópicos para usarlos en humanos.
Y, por supuesto, siguen intentando encontrar nuevos antibióticos.
Pero esos nuevos antibióticos tienen la espada de Damocles sobre su cabeza; un día, también serán destronados y se quedarán en el camino, junto a todos sus predecesores.
Es una carrera armamentística que nunca ganaremos, pero que esperamos desesperadamente no perder.

 BBC MUNDO
4 de noviembre 08:00 am
Tomado de El Nacional