Reflexiones contemporáneas. Signos de los tiempos.Temas relacionados con la fe y la espiritualidad cristiana. Iglesia y sociedad.
jueves, 18 de agosto de 2016
viernes, 5 de agosto de 2016
CARTA DE TOMÁS MORO A SU HIJA MARGARET
Tomás Moro según Holbein |
Tomás Moro nació en Londres el año 1477. Su padre era hombre
de leyes; su madre murió cuando Tomás era muy niño. Inició sus estudios en
Oxford, siendo un excelente estudiante, y en Londres estudió leyes. Quiso
hacerse religioso, pero por consejo de varios amigos y directores espirituales,
entre ellos Erasmo, contrajo matrimonio con Janet Colet, de quien tuvo tres hijos: Margaret, quien sería su discípula y albacea intelectual, Elizabeth, Cecily y John. A la muerte de Janet Colet contrajo segundas nupcias con Alice Middleton, una viuda con una hija llamada también Alice.
Aunque estoy bien
convencido, mi querida Margaret, de que la maldad de mi vida pasada es tal que
merecería que Dios me abandonase del todo, ni por un momento dejaré de confiar
en su inmensa bondad.
Hasta ahora, su gracia santísima me ha dado fuerzas para postergarlo
todo: las riquezas, las ganancias y la misma vida, antes que prestar juramento
en contra de mi conciencia; hasta ahora, ha inspirado al mismo rey la
suficiente benignidad para que no pasara de privarme de la libertad (y, por
cierto, que con esto solo su majestad me ha hecho un favor más grande, por el
provecho espiritual que de ello espero sacar para mi alma, que con todos
aquellos honores y bienes de que antes me había colmado). Por esto, espero
confiadamente que la misma gracia divina continuará favoreciéndome, no
permitiendo que el rey vaya más allá, o bien dándome la fuerza necesaria para
sufrir lo que sea con paciencia, con fortaleza y de buen grado.
Boceto de un retrato familiar de Tomás Moro (Holbein el joven) |
Esta mi paciencia, unida a los méritos de la dolorosísima pasión
del Señor (infinitamente superior en todos los aspectos a todo lo que yo pueda
sufrir), mitigará la pena que tenga que sufrir en el purgatorio y, gracias a su
divina bondad, me conseguirá más tarde un aumento premio en el cielo.
No quiero, mi querida Margaret, desconfiar de la bondad de Dios,
por más débil y frágil que me sienta. Más aún, si a causa del terror y el
espanto viera que estoy ya a punto de ceder, me acordaré de san Pedro, cuando,
por su poca fe, empezaba a hundirse por un solo golpe viento, y haré lo que él
hizo. Gritaré a Cristo: Señor, sálvame. Espero que entonces él, tendiéndome la
mano, me sujetará y no dejará que me hunda.
Y, si permitiera que mi semejanza con Pedro fuera aún más allá, de tal modo que llegara a la caída total y a jurar y perjurar (lo que Dios, por su misericordia, aparte lejos de mí, y haga que una tal caída redunde más bien en perjuicio que en provecho mío), aun en este caso espero que el Señor me dirija, como a Pedro, una mirada llena de misericordia y me levante de nuevo, para que vuelva a salir en defensa de la verdad y descargue así mi conciencia, y soporte con fortaleza el castigo y la vergüenza de mi anterior negación.
Tomás Moro y su familia (Rowland Lockey) |
Y, si permitiera que mi semejanza con Pedro fuera aún más allá, de tal modo que llegara a la caída total y a jurar y perjurar (lo que Dios, por su misericordia, aparte lejos de mí, y haga que una tal caída redunde más bien en perjuicio que en provecho mío), aun en este caso espero que el Señor me dirija, como a Pedro, una mirada llena de misericordia y me levante de nuevo, para que vuelva a salir en defensa de la verdad y descargue así mi conciencia, y soporte con fortaleza el castigo y la vergüenza de mi anterior negación.
Finalmente, mi querida Margaret, de lo que estoy cierto es de que
Dios no me abandonará sin culpa mía. Por esto, me pongo totalmente en manos de
Dios con absoluta esperanza y confianza. Si a causa de mis pecados permite mi
perdición, por lo menos su justicia será alabada a causa de mi persona. Pero la verdad, Meg, confío y espero con toda certeza que su tierna compasión guardará
fielmente mi alma y hará que sea su misericordia, más que su justicia, lo que
se ponga en mí de relieve.
Ten, pues, buen ánimo, hija mía, y no te preocupes por mí, sea lo
que sea que me pase en este mundo. Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y
todo lo que él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor.
Moro en la Torre de Londres con su hija Margaret |
Para gastarle una broma a su dilecto amigo, dedicó Erasmo a Tomás su “Elogio de la locura”, en griego Mωρίας Εγκώμιον (Morías encómion) que significa también “Elogio a Moro”.
Por haberse opuesto al rey Enrique VIII en la cuestión de su pretendida anulación de matrimonio, fue decapitado el 6 de julio de 1535. Pío XI lo canonizó en 1935, conjuntamente con San Juan Fisher, quien había sufrido también el martirio el 22 de junio de ese año.
Rn 1966 Fred Zinnemann dirigió y produjo el film ganador del
Oscar de ese año con A Man of All Seasons (Un hombre para la
eternidad) sobre los últimos años del conflicto de Moro con Enrique VIII, con Paul
Scofield, Wendy Hiller, Robert Shaw, Orson Welles y John Hurt.
Juan Pablo II lo declaró patrono de los gobernantes y de los políticos el 31 de octubre de 2000.